Os dejamos unas valiosas reflexiones que nos ha hecho llegar Juan Carlos Alcaide tras su participación en el IV Fórum RIES19:

En las semanas pasadas he tenido el honor y el placer de participar en varios eventos relativos a envejecimiento y Silver Economy.

En todos ellos, y muy en particular en el IV Fórum RIES19 de A Coruña, se ha profundizado mucho en la tecnología como elemento clave, incluso como elemento “salvador” en un contexto de preocupación sobre el futuro del sistema de cuidados y del sistema de salud, a los que les revientan las costuras, al menos por el lado de lo público.

Así, vemos gadgets varios  y todo tipo de APPs, y de toda índole, orientados a geolocalización y gps, estar conectados con la familia, terapias cognitivas varias, ayudas para la adherencia medicamentosa, pastilleros inteligentes y similares.

Muy especialmente, están surgiendo herramientas orientadas a la teleasistencia  proactiva y predictiva, como la que desarrolla la empresa española Future Space, que combina inteligencia artificial, internet de las cosas, pulseras biométricas y muy centrada en la televisión como “hub”.

Observo en este contexto y de forma general, con honrosas excepciones, una tendencia predominante a mi juicio, quizá motivada u orientada por la tendencia de la gestión “agile”: Se procede a desarrollar un “producto mínimo viable” rápidamente, con la intención de “equivocarse o acertar rápidamente” para optimizar el “time to market”.

Así, he creído observar que se lanzan productos sin preguntar a los mayores. Con una fuerte orientación al producto típica de las empresas tecnológicas. Se enfocan básicamente al proceso de fabricación y producción del producto tecnológico, se busca la eficiencia operativa y  optimizar el proceso de producción y ensamblaje de piezas varias, cuidar costes al detalle, y la calidad de la tecnología .

Se pierde, así, el enfoque necesario en el mayor. Solo, pareciera, se preocupan en aplicar nuevas tecnologías al producto, juguetes tecnológicos que hacen las delicias de ingenieros y tecnólogos, pero que a duras penas son usables por los destinatarios. Veo por doquier tecnologías difíciles de usar, orientadas a móviles y dispositivos que los mayores de 70 años no usan .

Es una especie de aristocracia tecnológica, que estaría pivotando en torno a las familias del mayor, más dúctiles a lo tecnológico, y no a las personas más necesitadas de ayuda: octogenarias y octogenarios que demandan y reclaman:

  • Ayudas contra la soledad
  • Ayudas para la relación con los cuidadores
  • Teleasistencia más inteligente, más allá del botón rojo
  • Domótica usable (fácil de usar)
  • Y similares

Así, creo que no se puede perder la sensibilidad a la hora de producir tecnología, pues se perderá el alma de la misma:

1.- Hay que preguntar al mayor, y a su familia, por supuesto, pero teniendo completamente claro que el objetivo último es mejorar la vida de las personas, más que el deleite de/con la tecnología por la tecnología.

2.- Hay que monitorizar la usabilidad como elemento completamente central, poniendo en el centro las sensaciones, las emociones y los beneficios de la tecnología, más que el deleite de/con la tecnología por la tecnología.

3.- Hay que monitorizar la estética. Tengo la sensación, fea y desagradable,  de que muchas veces se piensa: “son mayores, ya no valoran la estética o la belleza”. Y se diseñan unas pulseras reloj (pongamos por caso) que son, sencillamente, feas. Porque se pensaron para el deleite de/con la tecnología por la tecnología: sin pensar que a los mayores les gusta, como a todos, llevar un reloj o pulsera bonito, además de útil.

4.- No es el qué hace la tecnología, es el cómo. Hay que huir del deleite de/con la tecnología por la tecnología y volver a poner en el centro la experiencia de uso, que sea agradable y genere una emocionalidad positiva.

5.- Creo que es hora de decir con claridad que LA TECNOLOGÍA NO DIFERENCIA. Todo se copia: compre usted una pulsera o reloj inteligente y verá como en seis meses puede comprar algo mucho más avanzado por el cincuenta por ciento del precio. LA TECNOLOGÍA NO DIFERENCIA. LO QUE AGREGA EL VERDADERO VALOR es el servicio que dan personas con tecnología.

Así, si la teleasistencia da una alerta: ¿qué pasa luego?, ¿quién y cómo atenderá la alerta o alarma? Y similares. Volver a poner en el centro la experiencia de uso.

Personas que miman personas con ayuda de la tecnología.

No perdamos la sensibilidad. No perdamos el pulso de para qué sirve la tecnología; no para ser admirada, sino para ser útil mejorando la vida de nuestros mayores: escuchemos sus necesidades, adaptemos las herramientas pensando en el uso que le darán y cómo mejorarán su existencia.

La única obsesión posible es admirar la belleza de la sonrisa de una persona, agradecida porque dispone de una herramienta que le arregla la vida, y huir de la mirada “cacharrocéntrica”.

Personas miman personas con ayuda de la tecnología

Juan Carlos Alcaide